miércoles, 1 de octubre de 2014

El Abuelo cumple 88 años.

La familia nos reunimos para celebrar el Cumpleaños de mi padre.


Los festejos se iniciaron en la casa de mi hermana María Jesús, la cual me puso una Hamburguesa, que ¡no se la saltaba un galgo!.
Todo estaba muy bueno.

Maria, simplemente estaba contenta.

Nos dieron las 12 de la noche y después la 1; los niños comenzaron a dormirse y decidimos cortar y continuar al día siguiente.

El Tío Vicente, intentando ver correctamente los problemas.
Quedamos en el Restaurante Chino del Barrio a las 2.

La familia poco a poco fue llegando, parece que los últimos fuimos nosotros y eso que somos los que más cerca vivimos.

Comenzamos a pedir: arroz frito tres delicias, rollitos de primavera, pollo con limón, etc.

Había mucha gente en el Restaurante y noté que faltaba una de las camareras, que según supe después había ido a China para contraer matrimonio.
Una de sus compañeras me aseguró que después de la celebración volvería a España.

Le desee que todo le fuera bien.


Jaime, sólo quería comer.

El principal problema de la falta de personal es que primero trajeron el pollo con limón, después la ensalada, luego pollo con almendras y al final después de mucha insistencia nos trajeron los arroces, los rollitos etc.

El problema de ir con niños, es que a estos normalmente sólo les gusta el arroz y claro comenzaron a llorar, a protestar a su padre; 
¡que tenían hambre!.


Mi madre, también comenzó a ponerse un poco nerviosa.


Tito, intentaba verlo desde el punto de vista de los Chinos.
Si miramos el asunto desde el punto de vista "positivo", nos permitió estar más tiempo juntos, hablando de nuestras cosas.


Al final llegaron poco a poco todos los platos y claro, la bebida se había acabado hacía tiempo. Pues
¡Otra ronda de cerveza!.


La sobremesa comenzó con los magníficos "Chupitos".
Yo tomé un "Pacharán" con mucho hielo y después un "Mil o dos mil flores " que María se dejó.

Ana y Dani, fueron los únicos que miraron a la cámara.

Cuando llegó el momento de la foto de turno en el Parque, estaba un poco mareado.
Pero ¡no hay mareo que cien años dure!.

¡Los abuelos, No tomaron Chupitos!.


Un rato después de que los niños se desfogaran en el parque, comenzó la sesión de fotos.

Creo que no olvidé a nadie.
Después la entrega de premios.



Al final llegamos a casa de mi hermana.
Para degustar la tarta que "Conchita" la amiga de mi madre, le regala a mis padres todos los años.
¡Buenísima!.



El Abuelo pudo soplar casi el primero las velas.
Sólo Jaime el más pequeño tubo la "osadía" de apagar una.

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