El Bazar de las Especias, está cerca del puerto de los turistas.
Esta es nuestra segunda parada en la mañana. "Sema" nos dio media hora para visitar el Bazar.
Insistió mucho en que fuéramos puntuales, que después tendríamos la visita en barco por el Bósforo.
Del Bazar sólo contó que fue construido hace más de 5 siglos y que se sigue usando desde entonces para ¡vender especias!.
Algunas de las puertas del Bazar las estaban rehabilitando, el paso del tiempo no perdona.
Sin demorarnos mucho, entramos.
La primera impresión; la cantidad de gente que había, conforme nos adentrábamos comencé a notar la suave fragancia de las especias.
Los puestos tenían una presentación muy bonita.
Los dependientes nos asaltaban, intentando captar nuestra atención.
En un primer momento volví a recordar Egipto, pero conforme pasaban los minutos esa sensación cambió.
Efectivamente los empleados llamaban la atención sobre sus comercios, pero se quedaban ahí, en ningún momento tenía la sensación de agobio que si sentía en Egipto.
María José estaba dispuesta a comprar "Tés" de muchos colores, sabores, olores, propiedades. Estaba encantada, aunque decidió que sería mejor hacerlo en el tiempo libre del que después dispondríamos.
Nuestro recorrido, lo hicimos junto a un matrimonio de "Pamplona".
Era un matrimonio agradable. El hombre hacía dos años que se había jubilado y daba sensación de tranquilidad, la mujer era todo lo contrario, muy activa, le gustaba la polémica y defensora de todo aquello que pensaba que tenía derecho.
Lo comento porque fue una de las que se consideraba afectada por el Hotel asignado.
Según ellos, habían contratado un Hotel de una categoría superior al que les dieron y durante todo el viaje se dedicaron a reclamar ese derecho primero al "Representante de la Compañía" y después directamente a la "Agencia de viajes", pero bueno esa es otra historia.
Al final del recorrido, paramos a tomar un café en uno de los puestos del Bazar. María José quería agua y compré una botella. Aquí, creo que tuve la primera y única discusión con alguien.
Pedí la botella de agua, de 1,5 litros y el hombre inicialmente dijo que costaba 2 liras; pero después cambió el precio y la subió a 3 liras.
Me sentí, estafado, incluso llamé a María José para que devolviera la botella, pero ya la había abierto. Bueno después de mucho discutir, el hombre me cobró las 2 liras.
Sé que la diferencia al cambio en euros era algo menos de 20 céntimos, pero no me gustó que me engañaran.
Seguramente si me hubieran pedido las 3 liras, desde un principio, las habría pagado y ya está.
Nuestro tiempo en el Bazar se acababa y decidimos volver al punto de encuentro.
Mi sorpresa fue que no fuimos de los últimos en llegar.
Una de las Entradas. |
Insistió mucho en que fuéramos puntuales, que después tendríamos la visita en barco por el Bósforo.
Del Bazar sólo contó que fue construido hace más de 5 siglos y que se sigue usando desde entonces para ¡vender especias!.
Algunas de las puertas del Bazar las estaban rehabilitando, el paso del tiempo no perdona.
Sin demorarnos mucho, entramos.
La primera impresión; la cantidad de gente que había, conforme nos adentrábamos comencé a notar la suave fragancia de las especias.
Los puestos tenían una presentación muy bonita.
Los dependientes nos asaltaban, intentando captar nuestra atención.
En un primer momento volví a recordar Egipto, pero conforme pasaban los minutos esa sensación cambió.
Efectivamente los empleados llamaban la atención sobre sus comercios, pero se quedaban ahí, en ningún momento tenía la sensación de agobio que si sentía en Egipto.
María José estaba dispuesta a comprar "Tés" de muchos colores, sabores, olores, propiedades. Estaba encantada, aunque decidió que sería mejor hacerlo en el tiempo libre del que después dispondríamos.
¡Que bien huele!. |
Era un matrimonio agradable. El hombre hacía dos años que se había jubilado y daba sensación de tranquilidad, la mujer era todo lo contrario, muy activa, le gustaba la polémica y defensora de todo aquello que pensaba que tenía derecho.
Lo comento porque fue una de las que se consideraba afectada por el Hotel asignado.
Según ellos, habían contratado un Hotel de una categoría superior al que les dieron y durante todo el viaje se dedicaron a reclamar ese derecho primero al "Representante de la Compañía" y después directamente a la "Agencia de viajes", pero bueno esa es otra historia.
Al final del recorrido, paramos a tomar un café en uno de los puestos del Bazar. María José quería agua y compré una botella. Aquí, creo que tuve la primera y única discusión con alguien.
Pedí la botella de agua, de 1,5 litros y el hombre inicialmente dijo que costaba 2 liras; pero después cambió el precio y la subió a 3 liras.
Me sentí, estafado, incluso llamé a María José para que devolviera la botella, pero ya la había abierto. Bueno después de mucho discutir, el hombre me cobró las 2 liras.
Sé que la diferencia al cambio en euros era algo menos de 20 céntimos, pero no me gustó que me engañaran.
Seguramente si me hubieran pedido las 3 liras, desde un principio, las habría pagado y ya está.
Nuestro tiempo en el Bazar se acababa y decidimos volver al punto de encuentro.
Mi sorpresa fue que no fuimos de los últimos en llegar.
Torre Galatta. |