sábado, 1 de junio de 2019

Primer baño del año

Fresita vestida de limoncito.
Salimos temprano desde el Puente de Barrachina.
Este año, por lo que comentó Licinio solo seríamos 37, muy pocos en comparación al año anterior.
La distancia a recorrer, aproximadamente 17 Km.
La temperatura ideal, para hacer la marcha.

Foto de Grupo.
Debido a mi lesión de rodillas, me costó un poco más llegar.
Lo mejor de todo son las diferentes conversaciones que surgen entre los caminantes·

Desembocadura del Vinalopo, parte bonita.
Llegamos relativamente pronto a la primera parada, o eso me pareció. Había preparado bocadillos de jamón de york.
Últimamente  preparo menos comida. Antes, cuando salía a la montaña preparaba comida, como si no existiera un mañana.

Un río vivo.
Continuamos la segunda parte, ahora el sol apretaba, aunque conforme nos acercábamos al mar, notaba una suave brisa marina.

Las últimas lluvias se había hecho notar, por la cantidad de maleza, haciendo los senderos impracticables.

Llegamos al final del río, la desembocadura es ridícula.

¡Que pena!.

Final del Vinalopo
Este último tramo, discurre por canales hasta una especie de lago, junto a las Salinas de Santa Pola.

Llegamos a la hora prevista al Hostal Galícia. Había dos mesas grandes, cada uno fue eligiendo el sitio que quiso.

Uno de los alicientes de la marcha, es el baño en el mar.
Llegué bastante acalorado, me puse el bañador y fui al agua. La primera impresión es de UFFFFF que fría.


Poco a poco, mis pies, se acostumbraron a la temperatura, de esta forma fui introduciendo mi cuerpo dentro del agua, hasta la meta final, meter la cabeza dentro......

La verdad, es que me sentó muy bien......
Después del baño, la comida: de primero pusieron unas almendras y una jarra de cerveza, llené mi copa y rápidamente llené otra. Notaba la ansiedad de beber y de comer.
Después pusieron unas patatas fritas, pan tostado, alioli, tomate y un poco de aceite......
La paella, tardó un poco más de la cuenta, pero al final llegó..... ¡muy buena!.


Con el estomago lleno, y casi en posición de siesta, Licinio nos avisó de que el autobús había llegado y que fueramos recogiendo nuestras cosas.

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