Desde hace unos años venimos celebrando la fiesta de la urba.
Esto ocurre el último fin de semana del mes de julio.
Todos los vecinos que quieran, nos juntamos ese fin de semana para comer y beber sobre todo cerveza.
A diferencia de otros años, se han
producido algunas bajas de los históricos, motivadas por viajes
repentinos, pero lo más importante es la aparición de nuevas
generaciones de vecinos.
El tiempo pasa muy deprisa, recuerdo la primera cena de vecinos que
organizamos, en la que mis hijas y sus amigas eran tan pequeñitas.
Ahora los pequeñitos son los hijos de otros.
El día comenzó el Viernes por la noche, con la inauguración del
Serpetín, se pincha el barril de cerveza y probamos todos, si la cerveza
sale bien fresca, la espuma, vamos todo lo que ha de hacer un buen
catador de cerveza.
Después de muchas cervezas, algunos vecinos, quedamos para desayunar el sábado sardinas.
El encargado de comprarlas sería yo.
El Sábado, me levanté temprano, habíamos quedado a las 10 para desayunar.
Las sardinas las compré en Mercadona,
estaban recién sacadas del frigorífico, el kilo salió a 5,5 euros; también compré limones y pan.
Llegué casi a las 10. Mariano y Lara ya me estaban esperando en la piscina, tenían hambre.
Poco después fueron llegando los demás.
Manuel fue el encargado de traer la Plancha y Mariano el encargado de hacerlas.
Conforme iban saliendo las sardinas comíamos, había hambre, el día
parece que se presentará caluroso y la cerveza entraba muy bien.
También entró que acabamos un barril de 50 lítros antes del medio día.
Bueno la gente iba llegando, Mariana la cocinera de las paellas, trajo
sus utensilios y todos los admiradores de su trabajo nos quedamos
mirando cómo iba trabajando.
Eriverto, se encargó de la sangría.
Descubrí que su toque especial era el “cuantreau”.
El resto nos dedicamos a dar
los últimos retoques.
Mariano poniendo el Mantel
Cuando se acabó la primera paella, los niños tenían mucha hambre y fueron los primeros en ser
servidos.
¡Cuidado Maria José! hay niños con hambre y tú estás cerca de ellos.
Incluso habían dos mayores entre los niños que tenían mucha hambre también.
Después de la comida, un rato de descanso.
Unos durmiendo la siesta y otros
en el agua y las mujeres jugando, bueno ahora no me acuerdo del nombre del juego. Se lo preguntaré a Maria José.
¡Ah! , ganó.
Estos juegos de pensar se le suelen dar bastante bien.
La piscina estaba llena de gente.
¡Que bien sienta el agua!
Hay que despertarse.
Tienes que preparar los mojitos
Por fin llegó la noche.
Para cenar,
Juan sacó su fabulosa plancha fabricada por él y comenzamos hacer las
salchichas, chorizos, morcilla y panceta que habíamos comprado.
Algunos vecinos, hicieron tortilla de patatas.
Todo estaba muy bueno.
Después de cenar, los “gin tonic” .
Este año, dejamos para otra ocasión el baño nocturno en la piscina.
Un día divertido, al final uno se está haciendo mayor.
Bueno, esperemos que el año que viene otra vez nos juntemos a celebrar la fiesta de la Urba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario